A la muerte de Al-Mansur, el califato quedó desintegrado y la unidad política anterior es sustituída por la fragmentación que representan los diversos reinos de taifas, que sin contar con el poder económico que había detentado el califato, pretenden, sin embargo, seguir con sus fastuosos gustos artísticos. Con materiales pobres se aspira a aparentar una riqueza decorativa externa, ya que no era posible la generación de nuevos y vigorosos resultados arquitectónicos. La complicación de los arcos alcanza un grado de paroxismo barroco. La Aljafería de Zaragoza es buena prueba de la inusitada complicación de elementos (fondos de atauriques sobre los que se dibujaban arcos de los trazados más complejos y mixtificados).
A la época de los taifas pertenecen otros edificios de interés, tales como las alcabazas de Málaga, Almería y Granada, todas ellas adecuadas a su función de fortalezas que albergaban la vivienda de un gobernador y acuartelamiento de las guarniciones. Una pieza de particular interés son las salas destinadas a baños, como el Bañuelo del recinto granadino o los baños de Baza y Palma de Mayorca.
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