Es común a los edificios nazaríes el descuido de los exteriores mientras una profusa decoración ornamenta los interiores; se emplean materiales pobres, la mampostería y el tapial; es excepción el arco de herradura, sustituido por un arco peraltado de silueta acampanada, y el resto de formas mixtilíneas revelan la función puramente ornamental de los arcos granadinos; las columnas presentan fuste cilíndrico; los socorridos capiteles corintios son sustituidos por modelos llenos de originalidad, con dos cuerpos, uno cilíndrico con decoración de cintas y otro sobrepuesto, de forma cúbica y frecuente incorporación de mocárabes; la cerámica de tipo alicatado recubre las partes bajas o zócalos de las estancias, siendo más tarde utilizado generosamente el azulejo; aportación de intenso efecto decorativo es el empleo de bóvedas de mocárabes.
Fueron construidas las edificaciones de más alto interés que constituyen el conjunto de la Alhambra, palacio y fortaleza a la vez que consigue una peculiar asimilación al paisaje circundante y que consta de un sinfín de variadas dependencias destinadas a funciones militares, otras a habitación de un sinnúmero de servidores y sobre todo residencia del soberano y harén familiar. Otros espacios son zonas de carácter público y oficial. Todo este rico complejo es fruto de la labor constructiva de varios reyes granadinos. Los monarcas granadinos poseían una residencia veraniega situada en frente de la Alhambra. Es el recinto llamado Generalife, en el que los jardines, estanques y huertas alcanza su máximo y esplendoroso desarrollo (como se puede apreciar en la fotografía). Por último es necesario agregar otros ejemplos de arte nazarí, tales como algunas partes de la mezquita del Albaicín o el cuarto real de Santo Domingo, ambos en Granada. La profunda huella que dejó en el arte mudéjar hispano habla de la elevada entidad estética del arte nazarí, pero esto es objeto de otro tema.
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