Una de las invencciones más importantes que aportaron los romanos, fueron las vías de comunicación. Sin ellas, no era posible mantener el Imperio. Pero, la clave del éxito de la ingeniería constructiva romana fue sin duda alguna, el arco. Como ya habíamos hablado, lo tomaron de los etruscos, aunque éstos lo utilizaron con una mayor audacia jamás conocida en la historia. El arco en un movimiento de translación origina la bóveda y en uno de translación origina la cúpula. Los romanos, más conocidos por ingenieros que por artistas, serán los creadores de grandes obras de carácter público. Los acueductos, por ejemplo, salvaban a veces distancias de incluso kilómetros solo para transportar agua. Los más famosos e imponentes son: el de Claudio en Roma, el de Segovia y el de los Milagros en Mérida. Éstos acueductos traían agua de lagos naturales o de pantanos. Pero el ingeniero romano, destacará principalmente por su expresión en monumentos públicos: basílicas, termas, teatros, anfiteatros, etc. Nuevos materiales como son el cemento y el ladrillo cocido, lo que facilitaba una mayor flexibilidad y rapidez en las obras. La mayor novedad de éstos, que cabe destacar y explicar, es el anfiteatro, que como su nombre indica es la unión de dos teatros. Utilizada principalmente, para juegos y luchas. Su planta suele ser elíptica y bajo la arena se abren varios corredores y dependencias para el servicio del mismo. El ejemplar más conocido es el Coliseo de Roma, en el cual, se podían llegar a abarcar hasta 50.000 espectadores. Para las carreras y los ejercicios atléticos se crea el circo. En el centro, la llamada espina, que devidía la arena en dos, dejando dos pasillos por donde corrían las cuádrigas. Pero quizás no haya nada tan destacado como el arco de triunfo, para reflejar la grandeza en su arte. En ellas, se reflejan las grandes victorias para dejar constancia de ello a la posteridad. Normalmente presenta dos fachadas, a veces, sin embargo, puede presentar cuatro. Otro monumento conmemorativo de gran valor, son las columnas, con decoraciones escultóricas en un sentido helicoidal.
Los templos romanos, toman lo esencial de los griegos, pero introducen importantes y diferentes modificaciones. Ante todo casi nunca serán perípteros(templos rodeados de columnas, tal que el Partenón) y las columnas solo ofrecerán un pórtico a la entrada. Todo el templo se asienta sobre un gran pedestal, también llamado podium, que se prolonga ciñendo los laterales de la única escalera de acceso que, obviamente, se encuentra en la fachada principal. Con esto, gana una majestuosidad. Y finalmente, del tholos, helenístico, se derivará el interés de los romanos por los templos circulares.
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