lunes, 3 de febrero de 2014

28. La pintura romana.

Las decoraciones de interiores, que en palacios y templos eran de carácter escultórico, pasan a serlo de carácter pictórico. Esto ocurre en edificios públicos u oficiales ya que que en las casas siempre se mantuvo esa línea plástica menos oficial y menos helenizante, por lo que la pintura se prefería a la escultura. Con la pintura se representan lejanías, atmósferas, paisajes y espacios de un modo que jamás alcanzó la escultura.
En general, estas pinturas se realizan al fresco y son protegidas finalmente por una capa de cera que aviva los colores y ha servido de confusión a los especialistas sobre el procedimiento empleado. Otras veces las pinturas se realizan con la técnica del mosaico en el que los romanos siguen utilizando el opus tessellatum, que es de origen griego, pero aportan como novedad el opus sectile. No obstante, y en general, el mosaico es preferido para los suelos. Será más tarde, en la cultura bizantina, cuando el mosaico sustituya definitivamente al fresco en los muros.
En la pintura al fresco romana suelen establecerse cuatro estilos bien diferenciados:

a) Primer estilo o de incrustaciones. Tiene origen helenístico. Imita placas de mármol de diversos colores o decoración con poco relieve.
b) Segundo estilo o arquitectónico. Pervive hasta los comienzos del Imperio y tiene un sentido más romano. La decoración imita espacios arquitectónicos con lo que se amplia ilusoriamente el espacio. Se completa dicho estilo con paisajes o figuras.
c) Tercer estilo u ornamental. La decoración extremadamente fina y lineal, se desarrolla sobre fondos oscuros. Desaparecen los efectos especiales arquitectónicos, pero la decoración sigue enmarcando cuadros con figuras o paisajes. A este estilo por no pretender fingir el espacio tridimensional también se le ha llamado, "la pared real".
d) Cuarto estilo o de ilusionismo arquitectónico. En éste, se acentúan los espacios y fingimientos ópticos. Por otra parte, las figuras ocupan grandes extensiones e importancia, comenzando aquí a ocupar ese lugar que ocupaba hasta entonces la escultura en la necesidad de que el romano sentía siempre de imágenes.

Al margen de esta clasificación, hay que citar los retratos que sustituyen a los que en otras ocasiones se hubieran hecho escultóricamente. En el Egipto romano, se encontró una excelente colección de retratos sobre tabla; se realizaron para colocarlos sobre las momias. Igualmente en Pompeya, y pintados al fresco, se descubrieron los maravillosos retratos como los del "Panadero y su esposa", o el de "una muchacha", ambos en el museo de Nápoles.

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