Los visigodos habían permanecido largo tiempo en las fronteras del Imperio Romano. Su colaboración con los romanos fue intensa. La inferioridad, sin embargo, respecto a los francos, hizo que su expansión se orientara hacia el sur de los Pirineos. La realidad cultural de la Hispania visigótica era muy pobre y estuvo casi reducida al ámbito eclesiástico que intentó mantener el legado romano con la natural excepción de los aspectos religiosos.
Se pueden distinguir dos etapas en el arte visigodo muy en relación con la evolución política del reinado:
1. Los siglos V y VI. La falta de unidad política y religiosa impiden hablar de un arte definido, se trataría más bien de la continuidad del arte hispano-romano.
2. El segundo periodo abarca desde la unificación religiosa culminada por Recaredo hasta la invasión árabe y fin del reino visigodo.
Las características más notables de la arquitectura visigótica son: planta basilical o cruciforme, capiteles corintios y bizantinos, perfeccionando las toscas imitaciones de modelos clásicos llevadas a cabo en la primera etapa. Es predominante el empleo de la piedra. Utilizan también el arco de herradura, adoptado más tarde por los árabes; bóveda de medio cañón y menos frecuentemente la de arista; escasez de vanos y uso de ventanas de un solo hueco.
No quedan restos pertenecientes a edificios públicos ni tampoco conocemos obras de ingeniería, por lo que debemos pensar en el simple abandono de los teatros y circo. Por el contrario, son abundantes los restos esparcidos por museos(capiteles, canceles, columnas, sarcófagos, etc.)
Mucho más importante y original son las creaciones de la orfebrería visigoda. La corte hispano-visigoda de Toledo, creó joyas de pomposa y rica vistosidad, siendo las coronas votivas que los reyes entregaban el día de su coronación las obras más bellas de su policromía y suntuosidad.
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