El reino de Asturias habrá llevado sus límites hasta el Duero y sus monarcas pudieron establecer la capitalidad en Oviedo. Edificios religiosos y residenciales se erigirán con rapidez para dar marco a las funciones ahora reclamadas y en ellos surgirán las primeras muestras del llamado arte asturiano. Se suelen distinguir tres etapas: una inicial de formación, otra constituida por los edificios construidos en la época del rey Ramiro I y una tercera representada por los levantados en tiempo de Alfonso III. La evolución experimentada nos lleva desde la tradición paleocristiana hasta las puertas del románico, que hacen del arte asturiano un momento artístico de extraordinaria riqueza.
Una característica que llama la atención es el abandono del arco de herradura, pierde su valor constructivo y es sustituido por el arco de medio punto y sobre todo por el arco peraltado. Se emplea la bóveda de medio cañón o peraltada, la parte exterior de los muros se distingue por la multiplicación de los contrafuertes. Los edificios son generalmente de tamaño reducido, notablemente elevados. Su planta es basilical. No utilizan cúpula. Los materiales empleados son pobres (sillarejo y mampostería).
La Cámara Santa en Oviedo, y San Julián de los Prados(el cual, se puede apreciar en la foto), reflejan una más directa dependencia del arte romano, y con pinturas llenas de interés. La época de esplendor del arte asturiano coincide con el breve reinado de Ramiro I. Santa María del Naranco, San Miguel del Lillo y Santa Cristina de Lena, constituyen las cumbres del arte denominado también ramirense. Con Alfonso III el arte asturiano recorre su etapa final. Por último hemos de señalar valiosas piezas de orfebrería, las más ricas y conocidas, la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria, ambas con numerosas piedras, esmaltes y filigranas de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario