El arte bizantino experimenta a lo largo de su dilatada historia diversas evoluciones, que sin embargo, no desdibujan las características básicas y constantes. Más adelante se expondrán las diferentes manifestaciones de dicho arte en relación con las sucesivas situaciones históricas. Los rasgos más significativos de este arte son:
a) La aportación más sobresaliente tiene sin lugar a duda en el campo de realizaciones arquitectónicas. Los problemas que planteaba la utilización de cubiertas abovedadas fueron resueltos con definitivo acierto al recoger y superar la tradición y técnicas romanas aportando una solución al difícil obstáculo de los empujes mediante el empleo de medias cúpulas, junto a otros elementos de sujeción y contrarresto más divulgado.
b) La técnica constructiva señalada está al servicio de una nueva concepción del espacio. Se trata de un espacio dilatado, dinámico. Y que se expresa con más holgura en los templos de planta central pero también en las bóvedas de las iglesias de planta basilical.
c) La piedra y el ladrillo usados como materiales constructivos son cubiertos con desigual riqueza según se trate de muros con desigual riqueza según se trate de muros exteriores o recintos interiores. El mosaico cubre de forma continua las paredes, haciendo perder el interés en la decoración externa. El lujo ornamental se ha apoderado de todos los ámbitos. El espacio celeste no permite una delimitación y por eso el oro los recubre sin interrupción. Los espacios murales vienen a represar el cielo, la tierra y, en suma, el cosmos.
Los distintos períodos del arte bizantino se ajustan, como es natural, a las grandes etapas de su historia socio-política.
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