Las pérdidas sufridas por el imperio en su extensión territorial producen una mayor cohesión en su personalidad. El movimiento iconoclasta aparece basado en dos tipos de razones: unas de tipo religioso, como evitar la iconolatría y salvaguardar la pureza de la fe; otras de tipo político, ya que el culto a los iconos tenía su principal apoyo en número, riqueza y poder. También hay que tener en cuenta la influencia del judaísmo y la religión musulmana así como la acción persecutoria de los dominadores árabes en los territorios arrebatados a Bizancio.
De la época iconoclasta apenas conservamos restos, pues las pinturas anteriores o se destruyen, o se blanquean. Sin embargo, se limitó a la representación de cruces, ornamentos y temas de culto al emperador.
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